lunes, 26 de mayo de 2014

Elecciones en Colombia y lo que puede venir...

Hoy un post menos de mis cosas y más de cutreanálisis de la realidad de aquí. Será poco interesante, pero es algo que va a afectar directamente a mi trabajo y por eso me parece interesante. Además, esta mi plataforma, me permite jugar a ser sociólogo que no sirve para mucho pero me pasé seis años de carrera para tener el papel y ya que tengo papel, me lo fumo.

Advierto, que es un ladrillo desgastascrolls pero quien llegue al final tendrá su recompensa.

Vaya por delante que estas son mis impresiones y mis opiniones que no quiero que ninguno de mis amigos/as colombianos se enfaden conmigo.
Ayer, mientras ayer había elecciones europeas allá,  aquí, en Colombia, se desarrolló la primera vuelta de las elecciones Presidenciales.

Colombia tiene un sistema electoral diferente al español más parecido al francés para la elección de Primer Ministro. Dejando de lado el complejo sistema que tienen para poder tener una lista válida. Es un sistema de primera y segunda vuelta (Ballotagge).

En la primera vuelta en el que se presentan todos los candidatos y si nadie alcanza el 50% de los votos, las dos opciones más votadas pasan a pelear en la segunda vuelta en solitario. Es decir, esto no ha hecho más que empezar.
Más allá de las consideraciones acerca de la idoneidad de un sistema de elección u otro, lo verdaderamente importante es ver qué ha sucedido realmente, qué candidatos se han presentado y quiénes pugnarán por ser Presidente los próximos 4 años.

A nadie se le escapa que Colombia es un país muy particular tiene una situación geostratégica muy importante en el continente siendo frontera con Panamá y su valioso canal y siendo frontera con el demonio Venezolano y con otros países donde la nueva izquierda sudamericana va haciéndose hueco. Por esto y más cosas Colombia ha sido siempre un país mimado, financiado y desestructurado, a la vez, por los EEUU.

El único país del mundo en guerra desde hace más de 50 años donde se estima que han muertos más de 220.000 persona y más de 3,7 millones son desplazados internos por causa de la guerra, donde han convivido tres guerrillas y dos siguen en activo y donde el pie de fuerza militar y el presupuesto en "Defensa" no para de crecer (casi un 4% del PIB nacional cada año desde el año 2000 según el Banco Mundial), donde el fenómeno del paramilitarismo es cotidiano y está tan metido en la vida que hay un fenómeno llamado "Parapolítica" por el que están más de la mitad de congresistas y senadores de los últimos años imputados.

Ese gasto militar es atroz teniendo en cuenta que Colombia es un país con más de un  tercio de sus habitantes por debajo del umbral de pobreza, con infraestructuras reguleras, con un sistema sanitario de pago, sin grandes coberturas sociales, etc.

Imaginaos que un 1% de ese 4% se emplease en estos temas..., solo un 1%. Porque la economía de Colombia, en cifras macroeconómicas, crece y crece. Hasta un 4,3% en 2013 sumados a crecimientos anuales anteriores cercanos al 8%. Un país donde existe un abismo entre las grandes ciudades y sus habitantes y las zonas rurales y los suyos. Un país donde el fenómeno del Narco es transversal y sirve para financiar a las FARC, a los Paramilitares y a partidos políticos.

Un país donde parece que, por fin, un Proceso de Paz puede cuajar pero que no genera interés entre los colombianos hastiados por esta situación eterna y porque no se creen a unos y otros aunque, objetivamente, nunca se había avanzado tanto y tan firmemente en acuerdos reales. 

El Proceso de Paz requeriría un post propio porque, en realidad, firmar el acuerdo es lo de menos lo serio es la gestión del postconflicto: Víctimas, memoria, entrega de armas, desregularización de guerrilas, desmovilización de militares, desactivación de los paramilitares, reforma agraria y darle una salida de vida a tanta gente que ha tenido como trabajo la guerra.

El caso es que en Colombia las opciones de izquierda son débiles. Puede llamar la atención esto porque con tres guerrillas de corte socialista, una situación de pobreza alta y violaciones de DDHH constantes y cotidianos tanto por parte de la Fuerza Pública como de todo tipo de actores armados irregulares, podría parecer que hay una fuerza social importante de izquierdas.
Pero no. Bueno, en realidad sí la hay pero no la hay. Y trataré de explicarlo.

De todos los contendientes a la presidencia en primera ronda ninguno era claramente un candidato de izquierdas con cierto peso, excepto la candidata del Polo Democrático-UP. Lo más cercano a ella era Peñalosa, exalcalde de Bogotá, con un programa de centroizquierda. Más de centro que de izquierda, pero bueno... El resto ha sido un juego entre derecha, muy derecha y más derecha. Si creemos que el PP, en España, es de derechas aquí serían tildados de simpatizantes con la guerrila. Poca broma.

En esta situación tenemos en la fase final al actual presidente Santos y a Zuloaga, que tiene apellido vasco pero seguro que no tiene RH- ni le gusta el talo con txistorra. En ambos casos, la sombra de Alvaro Uribe, expresidente en una de las épocas más oscuras de este país, es alargada.

La historia reciente de Colombia no se entiende sin Uribe y su mano. Más allá de valoraciones personales, Uribe y el uribismo son una forma de hacer política de enfrentamiento. Guerra a base de más guerra, parapolítica y mano dura, escuchas ilegales, todo tipo de escándalos económicos, connivencia con empresas transnacionales pero da igual. Ese mensaje frentista de no negociar con terrorista y derrota armada como posibilidad cala entre el electorado más urbano.

De hecho, todo el mundo sabe que Zuloaga es su títere y quien gobernará será Uribe.

En campaña sus argumentos se han centrado en un no a las negociaciones con las FARC en La Habana. ¿Por qué? Está muy claro pero vamos a ver cómo se desarrollan los acontecimientos...

Al otro lado, el actual Presidente Santos. Que para hacernos una idea fue Ministro de Interior de Uribe en los momentos más duros de Colombia. Es decir, viene de la misma raíz aunque ahora vayan de archienemigos pero su bandera es que con él, cuatro años más, habrá un final de la violencia y una cuerdo de Paz con las FARC.

¿Y la izquierda? La izquierda en Colombia está estigmatizada. Hay un automatismo que dice que si eres de izquierdas apoyas la guerrila. Fin. Y, en este argumento, no les faltan ejemplos a la maquinaria de derechas que copan todos los medios. De hecho, la familia de Santos es propiestaria de uno de los mayores holdings de comunicación del país. Meras coincidencias...

A lo que iba. El alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, de izquierdas es un exmovilizado del M19. ¿Queda claro, no? Político de izquierdas y guerrilla. Y dale candela todo el día. De hecho se lo están intentando cargar (del puesto) por todos los medios.

Poca gente fuera de Colombia conoce lo que pasó en los años 80 con un intento de transitar de la guerra a la política por parte de una fracción muy relevante de la izquierda mediante la creación del partido Unión Patriótica (desafortunado nombre que usó Primo de Rivera en sus tiempos).

Movimientos de izquierdas, parte de la guerrilla, Partido Comunista, etc. plantearon hacer política y salir de la guerra. Su resultado fue que dos candidatos presidenciales, los abogados Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo Ossa, 8 congresistas, 13 diputados, 70 concejales, 11 alcaldes y alrededor de 5.000 de sus militantes fueron sometidos a exterminio físico y sistemático por grupos paramilitares, miembros de las fuerzas de seguridad del estado (ejército, policía secreta, inteligencia y policía regular) y narcotraficantes.

Exterminio pensado, diseñado y ejecutado...

Y esto pesa y sigue pesando porque si eres de izquierdas, de un movimiento social o Defensor de Derechos Humanos en Colombia, te la juegas. Te la sigues jugando.

Además, las propuestas de izquierda tienen arraigo en zonas rurales donde hay mucha menos población y las campañas se centran en los grandes núcleos urbanos y votar en zona rural es complejo porque hay que desplazarse horas, habrá retenes militares, etc. Se desactivan, de facto, las zonas rurales para votar.

Así las cosas, ahora sólo queda decidir entre derecha y más derecha. Santos enarbola la bandera del proceso de Paz y Zuloaga enarbola seguir la guerra y eliminar al enemigo. Y las opciones de izquierda deben decir a sus electores que voten por Santos y eso no deja de ser siniestro. Pero es lo que hay.

Así veo yo este precioso país con gente encantadora. Al fin y al cabo entiendo a todas las partes, de un modo u otro, los colombianos, como todos, quieren vivir tranquilos y con seguridad aunque esos objetivos puedan ser obtenidos de modos antagónicos.


Si gana Zuloaga, mi trabajo se volverá más áspero y es posible que termine en España antes de lo previsto. Al tiempo.

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