La
verdad es que tenía este rincón abandonado... No por no tener cosas que contar
sino porque, posiblemente, no he tenido la necesidad de hacerlo o
simplemente me agarró la pereza...
Y es
que creo que he conseguido sacar de la popularidad este blog y si alguien cae
por aquí bienvenido pero es que ahora estoy escribiendo para mí porque hoy ha
pasado algo fantástico. Hoy, por primera vez, he podido escuchar completa la
canción que voy a poner debajo sin que al segundo acorde me derrumbase. Hoy, más que nunca, quien me lea tiene que hacerlo escuchando esa canción.
Hoy,
siendo un día más de mi vida, va a ser un día que no voy a olvidar y es
paradójico porque esto va sobre el paso del tiempo y el olvido. Olvido no como
peyorativo sino como efecto del paso del tiempo.
Los recuerdos
y vivencias los veo como en un desierto y
la arena poco a poco los va cubriendo de nuevos recuerdos y vivencias y si
no haces nada por mantener los antiguos recuerdos, la inevitabilidad del paso
del tiempo, terminará por cubrirlos y eso, si hablamos de recuerdo, se llama
olvido. Y a mí no me gusta olvidar.
El uno
de septiembre de 2006 uno de mis mejores amigos murió al no poder superar una
leucemia. Aunque vivíamos a 1.000 km de distancia desde el día que nos
conocimos la conexión fue total y la amistad intensa. Como estaba realmente
enfermo, un par de meses antes, estuve viéndole y fue bonito porque, de alguna
manera y sin hablarlo claramente, nos despedimos. Los dos lo sabíamos y cuando
le puedes decir a una persona adiós cierras un círculo emocional, no quedan
flecos de vida colgando y eso es bueno porque esos flecos pueden hacerse
jirones y se pierde el alma deshilachada por ahí y eso duele in eternum.
Ese uno
de septiembre yo estaba en un concierto de mi banda favorita de toda mi vida,
Pearl Jam. Fue un concierto mágico en el que acabé llorando de la emoción que
me transmitieron en el escenario. Hubo algo especial, no sé lo qué, pero lo
hubo.
Tras el
concierto fui a dormir y, a la mañana, siguiente cuando encendí mi teléfono
móvil tenía dos llamadas de él y como diez de su novia y, en ese momento, supe
que algo malo había pasado. De algún modo supe que mi hermano del alma, Eladio,
había muerto. Y tuve que llamar a su novia y me lo confirmó...
Hasta
hoy no he superado que él me eligiese como una de las tres personas a las que
llamo a punto de morir, porque sabía que se iba, para despedirse... Llamó y yo
no estaba... Y eso no lo quiero olvidar nunca. No para hacerme daño sino para
recordarle y que la arena del desierto no me borre su cara.
Y ese
recuerdo lo transformé en la preciosa canción de Pink Floyd "Wish you
were". Esa canción es mi recuerdo de mi compadre y hasta hoy, como ya he
explicado, al escuchar los dos primeros acordes me venía abajo pero hoy, sin
buscarla, ha pasado por mis oídos y no ha sucedido eso. Al contrario, la he
escuchado y he sonreído.
Por eso
hoy es un día especial porque creo que me he perdonado no estar al otro lado
del teléfono en ese momento porque creo que ya no soy culpable de haberle
defraudado en la despedida.
Hoy me
siento en paz con mis recuerdos y mis fantasmas porque sé que Eladio no me lo
tuvo en cuenta, porque los hermanos no se tienen en cuenta esas cosas.
Mientras escribo escucho: Whis you were here. Pink Floyd