sábado, 11 de octubre de 2014

Seis meses, seis.

Así, sin darme cuenta seis son los meses que llevo por Colombia. Como toda cifra está cargada de relatividad y relativismo que son cosas diferentes aunque pueda parecer que son lo mismo.

Seis meses de tu vida cotidiana son seis meses más, seis meses donde casi todo lo que te rodea lo tienes más o menos controlado son seis meses normales, seis meses donde las necesarias rutinas son la pauta, son seis meses. Sólo seis meses. Y no tienen que ser malos seis meses, posiblemente sean seis meses tan buenos o más que los anteriores aunque hay riesgos de que sean seis buenos meses del montón de los seis meses buenos que tenga uno por ahí.

Sin embargo, cuando decides dejar todo o casi todo y cambiar de país y meterte en una actividad poco habitual tan bonita como intensa pero exigente en lo emocional, seis meses, además de muy poco tiempo, son mucho más que seis meses comparados con los montones de seis meses que ya viví.

Como ya comenté en un post anterior es cuestión de perspectiva y, esta, va cambiando, va rotando, se va acomodando. Dos planos de realidad con los que convivir, allá y acá y comienzas más allá que acá y terminas acá con poca conexión vivencial con allá hasta el punto de que comprobar que el sacrificio de un perro, por causas de riesgo de contagio, sea debate nacional. Desde la perspectiva y el plano de realidad de acá, esa noticia, transita entre lo increíble y lo obsceno, por ejemplo.

Será cuestión de que, como dicen los colombianos, uno ya está amañado por acá y comprende mejor esto y lo vive como "la realidad" y lo de allá son cosas lejanas. Y es que el 90% de los problemas de allá, comparados con los de acá dan vergüencica. Pero todo es cuestión de la perspectiva y del plano de realidad que te toca vivir. No hay cualidad en el fondo de vivir los problemas o las situaciones porque, estas, están totalmente circunscritas al momento de realidad en las que aparecen.

Y entre vueltas a la cabeza, ubicarse en el mundo y darte cuenta de que esto tiene su punto han pasado seis meses, seis.

Con sus apuestas fallidas porque sino apuestas no pierdes. Pero cuando metes el perder en la batidora de lo relativo te das cuenta que hay una ganancia. Nada que ver con el destino ni con el que si es así es porque tenía que ser así sino que el azar y las casualidades son buenas aliadas si quieres y sabes coger su ola.

Porque me quedé sin vacaciones por apostar por una Observación Electoral en Bolivia, que la tenía en la mano pero se esfumó y me quedé sin vacaciones y sin observación electoral porque se la esfumaron por mi cuando ya me habían confirmado que iba pero el quedarme sin ninguna de las dos opciones posibilitó que pudiera ir al sitio más bonito que he visto desde que llegué a Colombia y, además, conociendo a gente estupenda.

¿Destino? Qué va, pura casualidad porque era la opción tres y menos deseada. La carambola tres de tres opciones la tercera opción de los tres tristes tigres.

Y como al final no me voy a Brasil en navidades, me voy a Boston. Cambio calorcito por un taco de nieve y otro de recuerdos y encuentros con buenos amigos que allá dejé. No voy a salir perdiendo, saldré ganando. Pequeñas victorias parciales que vienen del mismo lugar de donde vienen las apuesta perdidas.

Y, mientras tanto, sigo a la espera de una nueva carambola y de una nueva casualidad aunque en realidad no la espero porque la voy a buscar porque si no buscas no encuentras y sino apuestas no pierdes. Y aquí hemos venido sabiendo que los ganadores son otros y, a los demás, no nos queda otra que seguir buscando y perdiendo para poder ganar un poquito alguna vez y buscando y perdiendo uno se hace más fuerte. Somos duros.


Así que me esperan otros seis meses, seis mejores, más bonitos, más intensos porque no puede ser de otra manera. Y cuando pase estos nuevos seis meses ya habré pasado doce aquí, pero eso será otra historia aunque en realidad será parte de la búsqueda de una nueva carambola o casualidad que no sé si me llevará allí, allá o acá, contigo, sin ti o todo lo contrario.

Mientras escribo suena: Not time to play. Guru